domingo, 23 de septiembre de 2012

016LYNDSAMRC

Seguimos  completando  los  20  primeros.
Ojalá  alguien tuviera  el nº 06.
Muchas gracias a N. Bathes.

Por los caminos de los llanos marchan los carros que llevan de un lado a otro las mercancías. A veces, en las noches de luna, los caminos se pierden y las mulas se espantan. Entonces los carreteros invocan a Parrasco.
Parrasco fue un carrero que durante su vida realizó acciones bondadosas sin cuento. Siempre atendía a los desvalidos y cuando encontraba a algún caminante que penosamente iba por el camino, lo subía a su carro.
Así que, cuando murió, Dios lo premió haciendo que fuese una ayuda para todos los de su oficio.
Y así, en esas noches profundas de luna, Parrasco vuelve con su convoy y va dejando la carrilada que hay que seguir, por los malos caminos, librando así a los que han de acarrear los bultos en la noche, de extraviarse.
Los carreteros le levantaron un rústico monumento, y cuando pasan por él siempre dejan una lucecita de cera encendida.

En el llano venezolano, Mayo se siente en la tierra y sus frutos pero la entrada de las lluvias trae días largos y grises que forman un ambiente tenebroso. A medida que el cielo se oscurece anunciando aguacero, abajo, la esperanza y el temor se cruzan: la esperanza en el triunfo de la cosecha y el temor por la aparición de ánimas, ruidos escalofriantes y espantos quejumbrosos que vienen con las tempestades.
El campesino no sale de su casa y se la pasa tomando guayoyo (¹) caliente. La familia pasa muchas horas durmiendo en chinchorros (²) mientras pasan las constantes lluvias. Este mes sobrecoge los ánimos del llanero, que se vuelven tristes y temerosos.
El pueblo cree en manifestaciones de espantos, espíritus malos y almas perdidas. Cree que estos seres pueden aparecer tomando cualquier forma. Por los caminos del llano es natural encontrar cruces que marcan el sitio donde falleció algún vecino de la comunidad, bien sea de muerte natural o accidental. Como una señal de recordatorio o respeto, se estila que al pasar frente a la cruz, se debe lanzar una piedra pequeña a su pie. Por lo general, el monumento termina siendo un montón de piedras.
Es muy común también oír hablar de los duendes, gnomos o espíritus burlones, pequeños seres que se hacen sentir, pero no se dejan ver, que persiguen a las mujeres bonitas y a las embarazadas, que hacen jugarretas hasta desesperar a los dueños de la casa donde fijan su residencia pero, algunas veces, protegen a sus predilectas.
Existe la creencia de que los espíritus, malos se posesionan de las personas y los obligan a hacer su voluntad, llegando éstos, en esta situación de ambivalencia hasta a enfermar seriamente, quebrantos que no pueden curar los médicos, ni las medicinas patentadas, sino que se debe dejar al paciente en manos de un camarero (³), el cual lo trata con yerbas, esencias, oraciones y secretos.

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