sábado, 11 de agosto de 2012

045EPPY

045EPPYXDCMC.De  la  chistera  mágica  de Doncomic, codiciada  pero  intransferible;celestial , pero  tangible ;con fondo , pero inagotable .Muchas  gracias. Un abrazo.
Las bajas del ejército estadounidense en la mayor batalla del oeste norteamericano, arrojan doscientos nueve muertos del batallón de Custer y varios desaparecidos, lo que junto a las bajas sufridas por Reno y Benteen, incluyendo los que después expirarían por las heridas sufridas, arroja un total de doscientos sesenticinco muertos y cuarenticuatro heridos. Las versiones sobre las bajas indias difieren. Según algunas, aquellos no tuvieron más de treintiséis muertos, mientras que otros testigos refieren más de cien muertos y ciento sesenta heridos. No hay modo de confirmar cifras exactas, pero en todo caso sus perdidas no habrían sido muy altas (20). Los Siux y Cheyenne habían logrado una gran victoria, la mayor jamás alcanzada por fuerzas indias contra los “sacos azules” (21). Aunque en esos momentos lo ignoraban, Jorge Armstrong Custer, el hijo de la estrella del amanecer, yacía muerto y con él los odiados soldados de su orgulloso regimiento. Las afrentas sufridas por los indios habían sido lavadas y el arrogante hombre blanco había recibido el castigo que se merecía por los abusos cometidos y las promesas incumplidas.

Al arribo de las fuerzas de Terry aún nadie tenía idea de lo que había ocurrido con el batallón de Custer. Para el mayor Reno su comandante de seguro había logrado replegarse a algún sector del valle. Ningún oficial pudo imaginar ni aún en el peor de los escenarios, el terrible desenlace. El 28 de junio, sin embargo, al dirigirse al lugar de los hechos, descubrieron, aterrados e incrédulos, los cuerpos desnudos y horriblemente mutilados de las cinco compañías del Séptimo de Caballería, regados en el amplio campo de batalla. Es muy probable que los indios hubieran podido haber aniquilado también a la columna de Terry, notablemente disminuida por las bajas del Séptimo, pero la situación no permitía especulaciones y optaron por desplazarse hacia el sur para celebrar la victoria y recuperarse en las montañas del valle del Gran Cuerno. De entre los muertos, casi todos irreconocibles, sólo Custer y el capitán Myles Keogh habían sufrido maltratos menores. En el caso del primero apenas el corte de un dedo y agujeros producidas con hojas de cuchillo en sus oídos, para “escuchar mejor en la otra vida”, pues en esta había desoído las amenaza de los Cheyennes si incumplía su promesa de no atacarlos jamás. En el caso del segundo, al parecer en señal de respeto por el extraordinario comportamiento desplegado durante la batalla. El resto de oficiales y tropa sufrieron terribles mutilaciones, cual era la costumbre india para con los vencidos. Jorge Custer quiso hallar la gloria y encontró la muerte en un combate cuyo desenlace, es evidente, jamás imaginó pudiera ocurrirle a su regimiento de elite.

El 13 de julio el presidente Grant confirmó oficialmente al senado norteamericano los detalles de derrota del Pequeño Gran Cuerno. Dos meses después el general Terry mostró a un corresponsal del diario Chicago Times una copia de las órdenes dadas a Custer y señaló que si este hubiera sobrevivido habría sido sometido a corte marcial. El presidente Grant declaró luego a un periodista del Heraldo de Nueva York que consideraba la masacre como un estéril sacrificio de tropas ocasionado por el propio Custer de un modo totalmente innecesario, remarcando que no debió haber efectuado el ataque antes del arribo de Terry y Gibbon.
El triunfo indio sin embargo fue inútil. Por el contrario, significó el principio del fin. La guerra entre el gobierno norteamericano y la confederación de los Siux y Cheyenne del norte se prolongaría apenas unos meses más, hasta mayo de 1877. En total se pelearon quince encuentros de diferente magnitud e intensidad. El ejército norteamericano tuvo un total de 408 bajas, incluyendo 283 muertos. Las bajas indias son difíciles de acertar, pero una figura razonable basada en testimonios de los guerreros participantes indica aproximadamente ciento cincuenta muertos y noventa heridos en combate.
Hacia fines de 1876 ya no quedaba ningún Siux en las Montañas Negras, las que terminaron siendo ocupadas por colonos sedientos de oro y territorio. A inicios de 1877 los Siux, liderados por Toro Sentado debieron huir hacia el Canadá, donde fueron acogidos temporalmente por el gobierno de ese dominio británico. El jefe Gall, quien huyó con Toro Sentado, pronto retornó con su tribu, se rindió y fue enviado a una reservación donde murió en 1894. Caballo Loco por su parte, se entregó en 1877 con más de mil guerreros y fue confinado en una reservación. En septiembre de ese año sin embargo, la abandonó sin autorización para llevar a su mujer enferma donde sus padres. Acusado de rebeldía, se ordenó su arresto y fue llevado al fuerte Robinson. Al comprender que iba a ser internado en una celda intentó huir y fue muerto de un bayonetazo. Toro Sentado por su parte regresó a los Estados Unidos en 1881. Después de pasar dos años en prisión, fue enviado a la reservación de Standing Rock y en 1883 actuó en el famoso espectáculo del oeste de Búfalo Bill. El 15 de diciembre de 1890, en momentos en que participaba en una ceremonia religiosa, fue muerto cuando policías indios pretendieron capturarlo, acusado de sedición.
 
 

Finalmente, El 29 de diciembre de ese año, en un lugar denominado Wounded Knee, doscientos Siux fueron masacrados por el ejército norteamericano en un supuesto combate que después se comprobó, jamás existió. Aquel fue el capítulo final de las guerras indias en los Estados Unidos. La caballería estadounidense había vengado así la caída de Custer y la derrota en el Pequeño Gran Cuerno.
A modo de conclusión, debe indicarse que entre 1776 y 1891, el número de combates y escaramuzas entre el ejército de los Estados Unidos y fuerzas indígenas fue de 1,240. De estos, 938 enfrentamientos,que corresponden a trece campañas militares, ocurrieron entre 1865 y 1891. En ese mismo período perdieron la vida 923 oficiales y soldados estadounidenses y más de mil resultaron heridos. El número estimado de bajas indias por efecto directo de los combates fue de 5,519, aunque durante los últimos años academicos norteamericanos han venido cuestionando seriamente estas cifras, calificándolas como altamente exageradas. En todo caso, pese a la importancia de estos conflictos, fueron enfermedades traídas de Europa tales como el cólera, la viruela y el sarampión lo que mató mas indios y destruyó su cultura que todas estas guerras juntas.

2 comentarios:

  1. Grande trabalho desenvolvido neste espaço.
    Parabéns pela proposta.
    www.bangbangitaliana.blogspot.com
    Brasil

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